veröffentlicht 2017-12-29 durch
Lisandra Nieto Basnueva
En Cuba la víspera de Año Nuevo es una de las celebraciones más populares, y toma connotación especial por coincidir con el aniversario de su Revolución, su definitiva independencia, que llegó en 1959 cual buena nueva tras años de luchas.
La fecha evoca tiempo festivo y alegre en el cual las familias y amistades estrechan sus vínculos.
De naturaleza jacarandosos, carismáticos y hospitalarios, los hijos de esta tierra despiden el viejo período en el calor del hogar, deseándose un feliz año nuevo al son de la música, frente a una buena mesa repleta de platos, y en el centro el rico cerdo asado.
Muy presumido, además, el cubano viste en estas festividades sus mejores galas.
Al llegar las 12 de la noche, estallan en algunos sitios los fuegos artificiales y los niños corren a disfrutarlos. La gente suele salir a las calles para compartir brindis, abrazos y apretones de manos con los vecinos, y trasmitirse buenos deseos.
Para esos días se activan en todo el archipiélago las expresiones músico-danzarias más tradicionales.
Aquí se baila, además de la música de moda, al compás de autóctonos ritmos como el changüí, el nengón y el kiribá, ancestros del Son Cubano nacidos en el siglo XIX en las levantinas serranías, y devenidas cadencias por excelencia del campesinado del territorio.
En los banquetes de esta región no puede faltar el arroz congrí, viandas como la yuca y el ñame -muchas veces acompañadas con mojo- y el plato imprescindible de estas comilonas, el «macho asao», como se dice en buen oriental al cerdo tostado al fuego, por lo general en una púa que lo mece sobre la brasa.
También se suman a la mesa disímiles bebidas, ensaladas y dulces; algo como para no olvidar, y para respetar por aquellos con unas libritas de más.
Por estos días los ritos y costumbres populares se avivan, hasta los más pueriles; más cuando a estas fiestas de Noche Vieja le anteceden fechas pertenecientes al sincretismo religioso, tradicionalmente celebradas en la provincia con fervorosos toques de bembé.
Sucede «de todo como en botica» en cuanto a expresiones de fe o superstición. Tirar agua a la calle para alejar lo malo y augurar un año de felicidad y buena salud es una de las acciones más conocidas.
Igual a lo estilado en muchas partes del mundo, se espera la medianoche del 31 de diciembre al lado de los seres queridos, algunos acicalados con ropa de estreno y prendas interiores de color amarillo, para el amor y la suerte.
Pero, sin lugar a dudas, en cualquier parte de Cuba y en el mundo todas estas costumbres para despedir el año viejo y dar la bienvenida al nuevo tienen como denominador común atraer el bien para cada cual, y motivar la paz y armonía familiar, indispensable en toda sociedad.
(Tomado de Cubasi.cu)